Y ahí, sólo te queda recordar las cosas buenas, olvidar las cosas malas, y seguir adelante. Porque siempre hay un adelante por el que seguir. Esperar que, algún día, otra persona vuelva a llenarnos, probablemente de otra forma, desde otro lugar, distinto.
Todas las noches lloras hasta quedarte dormido pensando: ¿por qué esto me pasa a mi? ¿Por qué tienen que ser todos los momentos tan difíciles? Difícil creerlo. ¿Y donde quedo yo en este mundo sin tu voz? ignorando las señales que me llevan a encontrarte. Y a fin de cuentas no soy distinta de aquella idiota que te quería; que todavía espera verte sonreír.